Perfil

Desde pequeño he tenido la suerte de participar en organizaciones sociales, de voluntariado, ecologistas, humanitarias, etc. Eso ha marcado mis preferencias en los estudios, en el trabajo y en mi vida personal. Implicarme en organizaciones solidarias me ha aportado muchísimas cosas: a trabajar mejor en equipo, a aprender mucho fuera de las aulas, a valorar a las personas más allá de lo que aparentan, a tomarme en serio los derechos humanos y, sobre todo, a querer construir un mundo mejor. Una parte importante de mi tiempo libre se me escurre haciendo voluntariado (especialmente educativo, con gente de 6 a 17 años, en un grupo scout). Pero lo hago compatible con leer mucho (me encanta todo tipo de literatura), ver series y películas con mi pareja, viajar todo lo que puedo (ahora poco, por culpa de la pandemia) y disfrutar de los espacios naturales que tenga a mano (especialmente con amigos). Hago deporte todas las semanas, pero menos del que me gustaría.

Mi trabajo tiene dos grandes responsabilidades ahora mismo: investigo para crear conocimientos nuevos, y doy clases a estudiantes de criminología y derecho. Me encantan las dos partes.

Soy profesor de derecho administrativo, que suena muy duro, pero comprende ámbitos que suelen resultar más motivantes: protección del medio ambiente, participación ciudadana, etc. Desde este año imparto clases, fundamentalmente, sobre la Unión Europea, sus normas y sus instituciones. Intento que aprendamos a sacarle provecho más allá de una experiencia Erasmus.

Mi trabajo como investigador se ha centrado estos años, sobre todo, en estudiar las normas sobre la participación de las personas jóvenes: cómo pueden influir en la toma de decisiones de los gobiernos, cómo se hacen oír y cómo se organizan en distintos países, desde el ámbito local al mundial. Además, también investigo sobre los derechos de la infancia y de los y las estudiantes, y las reglas del voluntariado y de las organizaciones sin ánimo de lucro (asociaciones, fundaciones…) que buscan construir un mundo mejor. De hecho, participo con varias organizaciones asesorándoles sobre cómo reivindicar mejores normas a quienes las tienen que aprobar (gobiernos y parlamentos, principalmente).

Investigar en derecho significa que: 1º) buscamos las normas que se aplican a una determinada situación (a veces no es nada fácil… la realidad cambia más rápido que las normas), y esto es como recoger datos en un laboratorio; 2º) analizamos si son reglas lógicas, coherentes con otras que consideramos más importantes en nuestras democracias, como la igualdad, la libertad, etc.; y 3º) tratamos de poner las ideas en orden y hacerle más fácil el trabajo al siguiente que venga buscando soluciones (jurídicas) a un problema social: escribimos.

No hay dos días iguales: algunos hay clases, otros tutorías, otros solo tiempo para «investigar», que en realidad está repleto de minitiempos para resolver problemas. Me levanto y mientras me ducho y desayuno «hago planes» de lo que creo que voy a poder hacer durante el día . Pero cuando llego a la facultad, casi siempre salta por los aires cualquier plan optimista de la mañana y empiezo resolviendo imprevistos: correos de estudiantes, de colegas compartiendo información útil (o no tanto…), tomamos café en equipo (tomamos mucho, es útil para coordinar tareas…), encargo libros que necesitamos, arreglo algún fallo en el ordenador, enviamos papeles burocráticos por proyectos de investigación en los que andamos implicados en mi área, etc. Con suerte, sacaré el tiempo que quería tener para estudiarme bien lo que voy a explicar en clase (si toca clase pronto), o para recoger datos sobre los proyectos de investigación en los que esté embarcado (leyendo normas, a otros investigadores…).

A veces como en el campus con colegas, así que no vuelvo a casa hasta la tarde-noche. Si voy a comer a casa, lo más probable es que me lleve cosas para trabajar por la tarde desde casa. Si no me ha dado tiempo a hacer lo que era urgente, me acostaré tarde… o cruzaré los dedos para que al día siguiente sí saque el tiempo necesario. Según lo tarde que salga de la universidad, intento hacer deporte un rato. Si no, suelo tener que hacer un par de arreglos doméstico (compra, lavadora o similar), preparar la cena con mi pareja (cocinamos en equipo casi siempre), y terminamos el día viendo alguna serie/peli y/o leyendo algo que no sea de trabajo.

Como parte de mi investigación trata sobre derechos de las personas jóvenes, y en concreto sobre sus derechos participativos (a ser escuchadas, a ser tomadas en serio, a influir en las decisiones que les afectan…), me gustaría dedicar el premio a editar materiales que hagan más fácil el acceso al conocimiento y la puesta en práctica de esos derechos entre estudiantes de secundaria y bachillerato. Querría que sirviera para fortalecer el ejercicio directo de la participación estudiantil, y mostrarles algunos resultados de la investigación en la que participo, para que puedan hacer uso de ellos en la vida real.